lunes, 15 de junio de 2015

La magia de la infancia que creíamos perdida.


Hay momentos que todos los padres estamos ansiosos de vivir con nuestros hijos, porque nosotros, perdimos ese toque mágico. Pero hay uno que lo es especialmente.
Algo tan "traumático" como puede ser la pérdida de un diente, se convierte, en un periquete, en un momento especial que nos acompañará toda nuestra vida.

Yo recuerdo especialmente uno. 
Era una de las últimas piezas dentales de leche que me quedaban. Dormía en casa de mi abuela y con toda mi ilusión, me fui a dormir pronto.
Coloque ese dientecito bajo la almohada y hice todos los esfuerzos posibles para caer pronto en los brazos de Morfeo.
Cuando abrí los ojos, me apresuré a levantar la almohada. 
¡¿Cómo es posible?! 
No había nada. Ni diente, ni dinero, ni golosinas.
¡¡Abuela!! ¡¡Este tío (Ratoncito Pérez) me ha "quedáo" conmigo!!

Mi abuela hizo un gesto a mi abuelo y éste salió corriendo a la calle en busca de un kiosko.
Mi abuela me llevó de vuelta a la habitación y allí estaba una bolsa gigante de golosinas bajo la cama.
-¡Ves! No miraste bien. Como te mueves tanto, dejaste caer el regalo.

Casi me quedo sin infancia por un despiste de mi abuela. La pobre... Tenía tantas cosas en la cabeza, tantos nietos, tantos hijos, tanta faena...
Ese diente, caído a ultima hora de la noche...

Ahora es todo más moderno. 
El otro día en FB, encontré esta maravillosa idea:

Un complemento más a la fantasía de los niños. Un empujón a la imaginación. 
Colocando una de éstas puertas en un rodapies de casa, multiplicamos por 100 las posibilidades de ilusión.
Personalizadas con el nombre, con todo lujo de detalles y el color que más os guste.
Además, disponen de complementos, como cestitas donde poner el diente.
Me pareció tan adorable, que ansío el momento en que La Pequeña Albondiguilla, comience a perder dientes.


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