miércoles, 12 de agosto de 2015

El enemigo número 1

Hace ya unos meses, que La Pequeña Albondiguilla se marea en los viajes.
Empezó vomitando en los viajes de al menos una hora. Después, los tramos de tiempo, se fueron acortando.

Esta mañana, como cada día desde que el papá dejó de trabajar por las mañanas, me acercaron al trabajo. No pasaron ni 300 metros, cuando: Zas! vomitona mañanera.
Paramos el coche, limpiamos un poco, la cambiamos de ropa y unos metros más adelante,  vomitó de nuevo.
30 minutos después, al fin llegamos al destino, que no está a más de 7 minutos en coche desde casa. Una vez allí, volvimos a limpiarla.

El coche... podéis imaginar como quedó, así que papá se dispuso a llevarla con la abuela y apresurarse a limpiarlo todo. Con el estómago ya vacío, la sentó en el coche y de nuevo, se creó el caos.

Hace unas dos semanas, volvía de las vacaciones con un poco de infección en un oído y suponemos que ese puede ser el detonante.

¿Vosotras tenéis algún truco?
Desesperaditos estamos y sin saber que hacer. De momento, limitaremos los viajes en coche... :(


martes, 4 de agosto de 2015

El regreso.


Mamis del mundo, he vuelto de mi "letargo".
Bueno, pues ya sabéis, que Little Rock va viento en popa y a toda vela.
Estamos con el registro de la marca, la búsqueda de proveedores, el acondicionamiento del punto de venta, las reuniones de socias (que ahora somos 3), el ajuste de cuentas, y tooooodo el papeleo.
El verano ya de por si, es agotador y gracias a los abuelos, La pequeña albondiguilla ha disfrutado de 15 días de sol y playa.
Mis 15 días de vacaciones están a punto de llegar y ando un poco perdida.
En el último mes, mi vida ha dado un giro de 180 grados.
A veces, no queda otra que poner un punto y final, cuando los puntos y seguido no funcionan.


Cuando cierro los ojos, sólo veo camisetas por todas partes, nuevos diseños, nuevas ideas, a mi pequeña albondiguilla chapoteando en la piscina, su pelo casi blanco, oigo su risa...
Me he pasado 15 días viéndola sólo algunos días en la playa. Trabajando con la única esperanza de recibir un nuevo vídeo o foto en mi móvil y así, paliar las ansias de abrazarla.
El viernes por la noche, salía de Sevilla como las locas por verla y me despedía con más melancolía que otra cosa, el lunes por la mañana.
Eterna. Así se me hacía la semana.

El día 30 llegó a casa. Más mimada que nunca. Malacostumbrada por los abuelos. Consentida y caprichosa.
Pero no me importa. Es una niña, se merece ser el centro de atención. Que la miren, que sólo tengamos ojos para ella. Se merece sentirse la reina.
Algunos dirán: no sabes lo que dices, eso es malo.
Pues si, será malo, pero poniendo límites a su educación y no asalvajandola, tiene derecho a todo eso y más.
Tiene derecho a dormir con mamá, a que sujete su mano mientras ve Bob Esponja, derecho a ser la dueña de la TV y el Ipad. A comerse el helado de menta de mamá después de almorzar. A tirar los juguetes por el salón y yo después enseñarle a recogerlos. Tiene derecho a no querer ducharse y yo hacer que le encante mediante juegos.
Yo tengo la única obligación, de educarla y prepararla para una vida real. Los niños, viven como niños y los adultos, luchamos como campeones para que los niños sigan viviendo como niños.