jueves, 11 de junio de 2015

Gajes del oficio

Son las 00:22
Acabamos de llegar a casa. Hoy nos hemos permitido el lujo de cenar fuera, hacer un poco de vida social y que nos de el aire.
Mitad de semana... ¡Que larga se me hace la cabrona! 
Me paso el día entre dibujos de tatuajes encargados por gente que cree saber lo que quiere, pero en realidad no tiene ni pajolera idea y acaban mareándote y mareandose ellos mismos.

-Hola, venia a que me dijeses que me puedo tatuar.

¿Hola? ¿En serio? A veces me dan ganas de decirles -Pues mira, una idea puede ser un cartel enorme en la frente que diga: Aunque no lo parezca, fui el espermatozoide más rápido. La opción B es un pene alado en una nalga.

Después están los papis modernos que vienen y dicen: -Venia a hacerme algo original; la huella de mi hijo en la espalda-. Y justo en ese momento pongo cara de póker y mi gesto exclama ¡Claro que si campeón! Eso no lo lleva nadie.



Aunque lo mío, son los piercings, por eso en mi titulo pone anilladora corporal.
Y deberíais ver mi cara cuando alguien me pregunta: -Pero ¿me va a doler?-.
No. Voy a atravesarte un pezón con una aguja de 1,6mm de grosor, y te va a saber a gloria.
O eso, o eres la prota de una de esas novelas sadomaso encubiertas de romanticismo.



En fin, amo mi trabajo, me lo paso bomba. Conozco gente genial y además me pagan. 
Lo suyo sería trabajar la mitad de horas y ganar el doble, pero como he oído en estos días de mi compañera de curro, la artista Elisa Peña: 
"Tan malo es trabajar, que hasta lo pagan"

¡Buenas noches!



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